Para los fans de Latin Mafia, descubrir a la banda es más que encontrar una playlist, es unirse a una comunidad.
Una vez que los oyentes descubren el trío musical, no quieren soltarlos. Esa devoción ha convertido a los hermanos Emilio, Mike y Milton de la Rosa, originarios de Monterrey, en uno de los artistas emergentes más destacados de la música latina, reconocidos por publicaciones como Billboard.
Su base de fans está compuesta, en su mayoría, por jóvenes latinos que encuentra en su sonido experimental un reflejo de su propia identidad.
A menos de un año del lanzamiento de su primer álbum, Todos los días todo el día, y tras su debut en Lollapalooza, el grupo sigue ganando seguidores con una propuesta que combina trap latino, R&B, reguetón e indie pop. Pero el magnetismo de Latin Mafia va más allá de lo musical: tiene que ver con lo que transmiten.
“Somos personas que sentimos mucho, que soñamos, que vivimos con las emociones a flor de piel”, dijo Emilio de la Rosa durante su charla en el evento An Evening with Latin Mafia en el Grammy Museum en agosto. “Queremos conectar con quienes sienten igual. Cualquier emoción puede ser una herramienta para crear algo.”
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Esa sinceridad conecta con oyentes como Gustavo Calvillo, quien los escuchó por primera vez en Coachella 2024. Aún recuerda el instante exacto en que escuchó Neo Roneo,la colaboración de Latin Mafia con Rusowski.
“Era el atardecer, íbamos por la autopista y un amigo me puso la canción”, contó. “Ese momento quedó grabado en mi corazón. Empecé a vestirme más como ellos, incluso escribí un ensayo para la escuela sobre cómo esa canción me marcó. Los seguiré a donde sea que vayan.”
Para Milton de la Rosa, la inspiración llega de los detalles más simples de la vida.
“Últimamente he encontrado mucha paz en cosas pequeñas que siempre me hacen feliz”, dijo. “Mi canción favorita, un plato de avena, volver a ver una película que amo, escuchar a los pájaros en la mañana o ver el reflejo de la luna en el mar… esas cosas me inspiran.”

Esa atención a lo cotidiano ha dado forma a una música íntima y honesta, que mantiene a fans como César y Arturo Villarreal cerca desde los primeros shows en Monterrey.
En uno de ellos, el grupo lanzó tarjetas del metro al público; Arturo todavía guarda la suya en la cartera.
“Para nosotros representan la idea de hacer música en familia”, contó César. “Nosotros también somos hermanos, y ellos nos inspiran a crear juntos. Su música une generaciones.”
Para otros, como Araiza Ávila, las canciones del grupo se han convertido en un himno de autoexpresión. Su favorita, Continuo Atardecer, la hace sentirse libre.
“Habla de ponerse un vestido corto y sentirse bien con una misma —esa soy yo—”, dice. “Cada vez que me arreglo, la pongo. Me da confianza.”

Entre platos de comida casera, atardeceres y recuerdos guardados en una tarjeta del metro, Latin Mafia ha creado más que canciones: ha construido una comunidad. Mientras su sonido evoluciona, sus fans siguen encontrando en él un idioma propio de pertenencia y emoción.



